FUTURO
"Lo que no se puede hacer ahora,se hará más adelante.
El sentido de la imposibilidad es el comienzo de todas las posibilidades"
(Sri Aurobindo)
Cuando alguien lee un libro, un árbol sonríe, porque hay vida después de la muerte.
El sentido de la imposibilidad es el comienzo de todas las posibilidades"
(Sri Aurobindo)
Cuando alguien lee un libro, un árbol sonríe, porque hay vida después de la muerte.
"Cuando la vida te presente razones para llorar demuéstrale que tienes mil y una razones para reir"
(Anónimo)
(Anónimo)
13/11/15
Zuloaga pinta la hidalguía asturiana
El retrato del pintor de los Oscos Fermín Arango, realizado por el artista vasco en 1934, es la nueva obra invitada del Museo de
Oviedo, M. S. MARQUÉS Rosa Suárez Zuloaga, nieta del pintor, propietaria y directora del Museo Ignacio Zuloaga, en Pedraza de la Sierra (Segovia), participó ayer en la presentación del cuadro que su abuelo realizó en 1934 al asturiano Fermín Arango (Santalla de Oscos, 1874-Pontoise, París, 1962) y que el museo segoviano cede ahora por un periodo de tres meses al Museo de Bellas Artes de Asturias. El retrato que Zuloaga hizo a su amigo Fermín Arango, también pintor y grabador, es la nueva obra invitada de la pinacoteca asturiana.
El cuadro, presentado por Alfonso Palacio, director del Museo de Bellas Artes, es un retrato de cuerpo entero de Arango, que aparece con la paleta y los pinceles en la mano en la cima de una loma. "Es un retrato soberbio que muestra, según Javier Barón, lo que Zuloaga vio en las facciones de Arango, la nobleza propia del antiguo hidalgo español". También "la mirada, que se clava directamente en el espectador", llama la atención de Alfonso Palacio, que señala además "la cabeza, muy bien perfilada e iluminada, con su cabello y su barba canos". El retrato, de gran formato, muestra la figura de Arango recortada sobre un fondo aborrascado de grises nubarrones, muy en la línea de otros cuadros del vasco. Se aprecia asimismo una pincelada larga y notablemente empastada.
Zuloaga (Éibar, Guipúzcoa, 1870-Madrid, 1945) y Fermín Arango se conocieron en París en 1905, ciudad a la que el asturiano había llegado poco antes procedente de Buenos Aires, donde residió algunos años tras emigrar en su juventud a Argentina, ayudado por un tío que le pagó el pasaje y donde comenzó a frecuentar círculos artísticos e intelectuales y a colaborar en distintas publicaciones.
Algunos años después de su primer encuentro parisino, coincidieron en una exposición homenaje al también asturiano Darío de Regoyos. Desde ese momento, como reseñó ayer la nieta de Zuloaga, les unió una estrecha amistad que surge a partir de la admiración que Fermín Arango sentía por el vasco, con el que inicia una colaboración profesional en la que tiene especial importancia el dominio del grabado, técnica que el asturiano utilizó para ejecutar cinco estampas a partir de varios cuadros del vasco. Esa práctica se extendería a lo largo del tiempo con diversos encargos del propio Zuloaga; entre ellos estampó los retratos que éste pintó del naviero vasco Ramón de la Sota y del médico Gregorio Marañón, así como el de Juan Sebastián Elcano, por encargo de la Diputación de Guipúzcoa. De Zuloaga, uno de los artistas más destacados de la pintura figurativa española del cambio de los siglos XIX al XX, Alfonso Palacio destacó sus "expresionistas paisajes, en la tradición de El Greco, Velázquez y Goya", y también se refirió a su vinculación al posimpresionismo y a "su fina sensibilidad cromática, influida por Degas, Manet y el simbolismo". "Evolucionó después", comentó Palacio, "hacia una paleta de marcado claroscuro y composiciones rotundas, de dibujo preciso y fuerte". Al final de su vida se interesó por los paisajes, los bodegones y, sobre todo, por los retratos de personalidades de su círculo próximo.
De esa faceta de retratista procede el cuadro de Fermín Arango que desde ayer, y durante tres meses, se puede visitar en el Museo de Bellas Artes de Asturias y que se encuentra arropado por obras de Sorolla, Regoyos y Anglada Camarasa, protagonistas junto con Zuloaga del éxito de la pintura española en el extranjero durante las primeras décadas del siglo XX, así como las de su amigo Fermín Arango.
El retrato pudo verse en Asturias en una exposición celebrada en Oviedo en el año 1942 y en otra fechada en 1988.
El cuadro, presentado por Alfonso Palacio, director del Museo de Bellas Artes, es un retrato de cuerpo entero de Arango, que aparece con la paleta y los pinceles en la mano en la cima de una loma. "Es un retrato soberbio que muestra, según Javier Barón, lo que Zuloaga vio en las facciones de Arango, la nobleza propia del antiguo hidalgo español". También "la mirada, que se clava directamente en el espectador", llama la atención de Alfonso Palacio, que señala además "la cabeza, muy bien perfilada e iluminada, con su cabello y su barba canos". El retrato, de gran formato, muestra la figura de Arango recortada sobre un fondo aborrascado de grises nubarrones, muy en la línea de otros cuadros del vasco. Se aprecia asimismo una pincelada larga y notablemente empastada.
Zuloaga (Éibar, Guipúzcoa, 1870-Madrid, 1945) y Fermín Arango se conocieron en París en 1905, ciudad a la que el asturiano había llegado poco antes procedente de Buenos Aires, donde residió algunos años tras emigrar en su juventud a Argentina, ayudado por un tío que le pagó el pasaje y donde comenzó a frecuentar círculos artísticos e intelectuales y a colaborar en distintas publicaciones.
Algunos años después de su primer encuentro parisino, coincidieron en una exposición homenaje al también asturiano Darío de Regoyos. Desde ese momento, como reseñó ayer la nieta de Zuloaga, les unió una estrecha amistad que surge a partir de la admiración que Fermín Arango sentía por el vasco, con el que inicia una colaboración profesional en la que tiene especial importancia el dominio del grabado, técnica que el asturiano utilizó para ejecutar cinco estampas a partir de varios cuadros del vasco. Esa práctica se extendería a lo largo del tiempo con diversos encargos del propio Zuloaga; entre ellos estampó los retratos que éste pintó del naviero vasco Ramón de la Sota y del médico Gregorio Marañón, así como el de Juan Sebastián Elcano, por encargo de la Diputación de Guipúzcoa. De Zuloaga, uno de los artistas más destacados de la pintura figurativa española del cambio de los siglos XIX al XX, Alfonso Palacio destacó sus "expresionistas paisajes, en la tradición de El Greco, Velázquez y Goya", y también se refirió a su vinculación al posimpresionismo y a "su fina sensibilidad cromática, influida por Degas, Manet y el simbolismo". "Evolucionó después", comentó Palacio, "hacia una paleta de marcado claroscuro y composiciones rotundas, de dibujo preciso y fuerte". Al final de su vida se interesó por los paisajes, los bodegones y, sobre todo, por los retratos de personalidades de su círculo próximo.
De esa faceta de retratista procede el cuadro de Fermín Arango que desde ayer, y durante tres meses, se puede visitar en el Museo de Bellas Artes de Asturias y que se encuentra arropado por obras de Sorolla, Regoyos y Anglada Camarasa, protagonistas junto con Zuloaga del éxito de la pintura española en el extranjero durante las primeras décadas del siglo XX, así como las de su amigo Fermín Arango.
El retrato pudo verse en Asturias en una exposición celebrada en Oviedo en el año 1942 y en otra fechada en 1988.
2/4/15
1/4/15
Oviedo y su Catedral
Catedral de Oviedo 1938 Francisco Casariego
Arquitecto y pintor español nacido en Oviedo en 1890 y fallecido en su ciudad natal en 1958. Padre de los también arquitectos y pintores Pedro y Francisco Casariego Hernández-Vaquero. Realiza el bachillerato en Oviedo, tras recibir lecciones de dibujo del escultor Arturo Sordo. Entre 1910 y 1916 realiza la preparación para el ingreso en la Academia de Artillería y cursa estudios de arquitectura en Madrid, donde traba amistad con el también arquitecto Emilio García Martínez, quien, estando destinado en Asturias, comenzará a pintar al aire libre con él. Casa con Milagros Hernández Vaquero, hermana del pintor Joaquín Vaquero Palacios. Colabora en distintas exposiciones regionales, debutando en 1916. En 1919 expone junto a su cuñado Joaquín Vaquero Palacios, en el Bazar Piquero de Oviedo, enviando al año siguiente tres cuadros al Salón de Otoño de Madrid. Trabajó como arquitecto municipal en Sama de Langreo, para ejercer posteriormente como arquitecto de catastro, en 1921, y arquitecto municipal en Oviedo, de 1922 a 1940. En este puesto colabora con el ingeniero municipal Ildefonso Sánchez del Río en proyectos como la redacción y puesta en vigor de las «Ordenazas de Construcción de la ciudad de Oviedo» del año 1925 o el proyecto de ensanche de la ciudad para las calles General Elorza, Marcelino Fernández, Martínez Vigil y la Vega, e intervenciones en la Fábrica de armas.
Hay numerosas muestras de su trabajo en Asturias, tales como el barrio para obreros de la calle la Lila en Oviedo, de 1919, la Casa del Arco Iris, en la plaza del consistorio Ovetense, erigida en 1922, el edificio de viviendas de calle Uría nº 25, el ya desaparecido cine Principado de la Calle Cabo Noval, de 1927, el edificio de viviendas de la calle Principado nº 7, de 1928, el de Martínez Vigil nº 6, de 1929, el de la calle Altamirano nº4, de 1930, y la colonia Ladreda, por esas mismas fechas y en colaboración con Enrique Bustelo. En los años 30 realiza edificios de vivienda burguesa en Marqués de Santa Cruz nº 6 o Fray Ceferino nº 1. También en esta época, en colaboración con Joaquín Vaquero, trabaja en Casa Bernardino en Uría nº 34 y en Fray Ceferino nº 26. Con Bustelo, ya en los años cuarenta, trabajará en el edificio de Cerámicas Guisasola y en el del Banco Herrero. En 1958 gana el primer premio del Concurso para el monumento de la Plaza la Gesta de Oviedo, con un proyecto titulado Amen, en colaboración con su hijo Pedro Casariego y Genaro Alas, y el escultor Amadeo Gabino, que no fue llevado a efecto. Además, perteneció al cuerpo de arquitectos de Hacienda, llegando a ser decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias y León. Otros edificos suyos que cabe reseñar son la fábrica Nestlé de Piloña, el estadio municipal de Buenavista.
En el ámbito de la pintura se destaca por sus paisajes al aire libre, trabajando a espátula en sus últimos años y encuadrándose en una extensa escuela de paisajistas ovetenses, de la que se le considera iniciador junto con Eugenio Tamayo. Lleva a cabo exposiciones individuales en el Salón Peñalba de Oviedo, en 1935, en la Sala de Arte de Bilbao en 1944 y 1955, en la Sala Greco de Madrid en 1946, en las galerías ovetentes de Angelín, 1945, Santu, en colaboración con su hijo Pedro Casariego, en 1952, y en la de la Caja de Ahorros de Asturias en 1956. En 1957 participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes, otorgándosele el premio de la Diputación Provincial de Vizcaya.
Muere en Oviedo en 1958, seis años después del nacimiento de su nieto Carlos Casariego Rozas.
Oviedo 1942 Vaquero Palacios
En Oviedo, donde pasa su infancia, vivía en la calle Paraíso, y muy tempranamente se le presenta su vocación artística, especialmente, la pintura. Después de acabar el bachillerato, se traslada a Madrid para prepararse para entrar en su Escuela de Arquitectura, formándose además como dibujante y pintor paisajista e ingresando finalmente en 1921.
Antes de terminar la carrera, se presenta a Exposiciones Nacionales y consigue exposiciones individuales en Madrid (1926), y más tarde en París y Nueva York. En 1926 también conoce a la que sería su esposa, la salvadoreña Rosa Turcios Darío, sobrina del poeta nicaragüense Rubén Darío, con quien contraerá matrimonio en 1928. Una vez conseguido el título de arquitecto en 1927, se incorpora al estudio que tiene su cuñado, Francisco Casariego, en Oviedo. Visita varias veces Nueva York entre 1928 y 1930. En 1933, inventó el sistema de construcciones desmontables de madera Vaqlan. Durante un tiempo (1950 - 1965) vive en Roma trabajando en la Academia Española de Bellas Artes, de la que llega a ser director. Durante este tiempo se dedica por entero a la pintura.
Como pintor, los temas que más apreciaba eran el paisaje y la arquitectura de pueblos de Asturias y Castilla, así como las arquitecturas antiguas y exóticas de las ruinas romanas, las pirámides de Egipto o los poblados de los indios americanos Cuando pintó figuras humanas, presentaba la grandiosidad del paisaje. El cielo, la tierra y el mar, adquieren una gran importancia en su obra.
En 1969 es nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Entre sus proyectos arquitectónicos podemos destacar los siguientes:
Francisco Casariego Terrero
De Enciclopedia de Oviedo, la enciclopedia libre.
Hay numerosas muestras de su trabajo en Asturias, tales como el barrio para obreros de la calle la Lila en Oviedo, de 1919, la Casa del Arco Iris, en la plaza del consistorio Ovetense, erigida en 1922, el edificio de viviendas de calle Uría nº 25, el ya desaparecido cine Principado de la Calle Cabo Noval, de 1927, el edificio de viviendas de la calle Principado nº 7, de 1928, el de Martínez Vigil nº 6, de 1929, el de la calle Altamirano nº4, de 1930, y la colonia Ladreda, por esas mismas fechas y en colaboración con Enrique Bustelo. En los años 30 realiza edificios de vivienda burguesa en Marqués de Santa Cruz nº 6 o Fray Ceferino nº 1. También en esta época, en colaboración con Joaquín Vaquero, trabaja en Casa Bernardino en Uría nº 34 y en Fray Ceferino nº 26. Con Bustelo, ya en los años cuarenta, trabajará en el edificio de Cerámicas Guisasola y en el del Banco Herrero. En 1958 gana el primer premio del Concurso para el monumento de la Plaza la Gesta de Oviedo, con un proyecto titulado Amen, en colaboración con su hijo Pedro Casariego y Genaro Alas, y el escultor Amadeo Gabino, que no fue llevado a efecto. Además, perteneció al cuerpo de arquitectos de Hacienda, llegando a ser decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias y León. Otros edificos suyos que cabe reseñar son la fábrica Nestlé de Piloña, el estadio municipal de Buenavista.
En el ámbito de la pintura se destaca por sus paisajes al aire libre, trabajando a espátula en sus últimos años y encuadrándose en una extensa escuela de paisajistas ovetenses, de la que se le considera iniciador junto con Eugenio Tamayo. Lleva a cabo exposiciones individuales en el Salón Peñalba de Oviedo, en 1935, en la Sala de Arte de Bilbao en 1944 y 1955, en la Sala Greco de Madrid en 1946, en las galerías ovetentes de Angelín, 1945, Santu, en colaboración con su hijo Pedro Casariego, en 1952, y en la de la Caja de Ahorros de Asturias en 1956. En 1957 participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes, otorgándosele el premio de la Diputación Provincial de Vizcaya.
Muere en Oviedo en 1958, seis años después del nacimiento de su nieto Carlos Casariego Rozas.
En Oviedo, donde pasa su infancia, vivía en la calle Paraíso, y muy tempranamente se le presenta su vocación artística, especialmente, la pintura. Después de acabar el bachillerato, se traslada a Madrid para prepararse para entrar en su Escuela de Arquitectura, formándose además como dibujante y pintor paisajista e ingresando finalmente en 1921.
Antes de terminar la carrera, se presenta a Exposiciones Nacionales y consigue exposiciones individuales en Madrid (1926), y más tarde en París y Nueva York. En 1926 también conoce a la que sería su esposa, la salvadoreña Rosa Turcios Darío, sobrina del poeta nicaragüense Rubén Darío, con quien contraerá matrimonio en 1928. Una vez conseguido el título de arquitecto en 1927, se incorpora al estudio que tiene su cuñado, Francisco Casariego, en Oviedo. Visita varias veces Nueva York entre 1928 y 1930. En 1933, inventó el sistema de construcciones desmontables de madera Vaqlan. Durante un tiempo (1950 - 1965) vive en Roma trabajando en la Academia Española de Bellas Artes, de la que llega a ser director. Durante este tiempo se dedica por entero a la pintura.
Como pintor, los temas que más apreciaba eran el paisaje y la arquitectura de pueblos de Asturias y Castilla, así como las arquitecturas antiguas y exóticas de las ruinas romanas, las pirámides de Egipto o los poblados de los indios americanos Cuando pintó figuras humanas, presentaba la grandiosidad del paisaje. El cielo, la tierra y el mar, adquieren una gran importancia en su obra.
En 1969 es nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Entre sus proyectos arquitectónicos podemos destacar los siguientes:
- Fábrica de gas de Oviedo (1933)
- Mercado de Abastos, Santiago de Compostela (1938-1942)
- Instituto Nacional de Previsión, Oviedo (1942)
- Pabellón Español en la Bienal de Venecia, Venecia (1952)
- Presa y Central de Grandas de Salime, Grandas de Salime, España (1954)
- Sede de la empresa Hidrocantábrico en Oviedo, (1964-1968)
- Central Hidroeléctrica de Tanes, Sobrescobio (1978)
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