La Nueva España jueves,14 de julio de 2011
"La memoria es lo que nos permite avanzar como pueblo",afirma el director,Emilio Marcos Vallaure.
Oviedo, P. R.
¿Quién fue Pepín Fernández?, ¿Y Mariano Suárez Pola? ¿Y la corbeta «Villa de Avilés? Son algunas de las preguntas a las que la exposición «Memoria de la emigración» que se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Asturias trata de dar respuesta.
La muestra ofrece varios testimonios de un fenómeno histórico todavía muy presente, la emigración asturiana que, entre los años 1850 y 1930, llevó a unos 350.000 asturianos a América en busca de fortuna y una vida mejor. «La memoria es lo que nos permite avanzar como pueblo y ésta es una pequeña exposición del patrimonio que ha ido acumulando el museo y que ahora podemos sacar a la luz», afirma Emilio Marcos Vallaure, director del museo.
Pepín Rodríguez (Colloto, 1886-La Habana, 1954), de quien se exhibe un retrato realizado por Anselmo Miguel Nieto, fue un empresario y benefactor asturiano instalado en La Habana y vinculado a la industria tabaquera. Entre sus proyectos benéficos, repartidos entre Cuba y Asturias, destaca la fundación de las Escuelas Pepín Rodríguez en Colloto, innovadoras en su época en cuanto a medios, instalaciones y sistemas de enseñanza.
Mariano Suárez-Pola, indiano asturiano enriquecido en La Habana, fundó en Asturias la fábrica de vidrios La Industria y la empresa de loza La Asturiana, ambas en Gijón. El retrato que se expone fue realizado por Silbain Leclercq Banden.
La corbeta «Villa de Avilés», pintada por William Andrews Nesfield, construida en 1851 en los astilleros de José Ron en Viavélez (El Franco), transportó emigrantes entre los años 1853 y 1869 e hizo al menos 21 viajes desde Avilés hasta las Antillas.
Son tres de las piezas que se exhiben, a las que se suman grabados y fotografías, todo ello vinculado a la emigración. Entre los maestros representados destacan Nicanor Piñole, José Uría y Uría, Evaristo Valle, Francisco Villar Prieto, Fermín Arango Barcia, Juan Peláez Leirena y Santos Balmori. Algunos de ellos son asturianos que vivieron en América, otros son americanos hijos de asturianos, como es el caso de Santos Balmori (México, 1899-1992), quien un buen día se presentó en el Museo de Bellas Artes de Asturias y manifestó a su director su sueño de poder exponer su obra algún día en el museo de la tierra de sus padres. Un sueño que hizo realidad.
La exposición se articula en torno a tres ideas: el viaje, el emigrante y el paisaje que se encuentra al llegar. En este último apartado destacan tres litografías de Eduardo Laplante sobre las ciudades cubanas de Villa-Clara, Santiago de Cuba y Cienfuegos, esta última fundada por el general del mismo nombre, sobrino de Jovellanos.
Son también muy interesantes las dos fotografías de emigrantes tomadas en La Tropical, un establecimiento de La Habana que frecuentaban. En ellas aparecen sólo varones, niños y adultos.
«La exposición trata de seguir los pasos del emigrante desde que embarca hasta que retorna en el caso de que lo haga, su estancia en las tierras de Ultramar, su vida allí. Los más afortunados, los indianos enriquecidos que regresaron, en muchos de los casos fueron generosos y se dedicaron a fortalecer sus pueblos o su país», subraya Emilio Marcos Vallaure.
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